EGIPTO

TUMBA DE RAEMKAI. PARED SUR

En esta tumba se puede ver un  grupo de cuatro barcas en relieve. Según lo escrito, está haciendo el viaje hacia el oeste. En la parte superior habla de la travesía al hermoso oeste y en la parte inferior se refiere al canal del hermoso oeste. Así se referían al tránsito del alma a la otra vida en el Antiguo Egipto.

Hay muchas variantes sobre este tránsito a la otra vida. Todos coinciden que depende en gran medida la actuación en vida, y llegada la muerte se pesaba el corazón en la balanza de Osiris.  De cualquier forma era un viaje solar  hacia la luz y vivir libremente toda la eternidad. Para ello se pasaba por una larga noche donde los peligros acechaban. Esto es algo muy general solo para explicar la presencia de estas barcas en las tumbas.

En esta misma tumba, en el corredor, se encontraron 2 barcas apuntando al oeste sin remeros. Se piensa que indicaban que iban por el canal del hermoso oeste. Son interpretaciones, pero rescatamos la importancia de las barcas en la navegación a la eternidad.

EGIPTO PRE DINASTICO. ANTES DE LA UNIFICACION DEL NILO

En las vasijas de uso diario de esa época (unos 3100 a 3500 AC) podemos observar cómo están dibujadas claramente las embarcaciones. Estas vasijas no eran para rituales, aunque alguna puede haberlo sido, sino que en si eran para almacenar agua. Vemos como en muchas de ellas se muestran botes de papiros con remos.

TUMBA DE MEKETRE. FUNCIONARIO DE EGIPTO

En muchas tumbas se encuentran frescos, bajo relieves y modelos de barcos del año 2000 A.C. aproximadamente. La navegación por el Nilo fue constante sea para recreo, caza, pesca, funeraria, transporte de cargas, militar, de culto donde los sacerdotes llevaban sus deidades, etc. Pero también existía la navegación  después de la muerte.

Aquí tenemos una linda colección de distintos modelos de una tumba de Tebas, frente a Luxor. No se trata de la de un faraón, solo la de un funcionario de alto grado pero con una hermosa colección para su viaje celestial.

Esta tumba de Meketre (El Sol es mi Protección) de Tebas está llena de modelos sean jardines, establos, cocinas, etc., además de los barcos. Estos modelos de barcos son decorativos y no intentan ser modelos para los constructores. Son representaciones artísticas pero de ellos podemos desprender interesantes detalles.

En el análisis general del estado en que fueron hallados era de una buena conservación con los cascos tallados en sicomoro y las figuras en madera de coníferas. Vestidos con telas de algodón. Presentaban algunos daños de desprendimiento del cielo raso pero se intervino solo lo necesario.

Por medio de relieves en distintos templos y tumbas se puede conocer  algunas diferencias entre los barcos del Imperio Antiguo al Medio. Para un mejor gobierno se estableció el uso de dos espadillas y el mástil pasó de ser Bípedo o trípode a un solo palo casi en el medio del barco.

La vela que era alta y casi trapezoidal hasta cubierta (en forma vertical), pasó a ser rectangular sin llegar a la cubierta (en posición horizontal).

Hay barcos menores de poco calado con una sola espadilla y remeros. El que denominamos deportivo vemos que era una salida de pesca o caza por los pescados y aves en cubierta. Lleva músicos para amenizar.

En el conjunto hay una barca que lleva un mástil y la vela sin usar. Se supone que va contra el viento que por lo general es del norte y corriente a favor por el Nilo. Cabezas afeitadas y otras con pelo. Rango, posición o moda?

En las fotos del final se ve el lugar de la tumba de Meketre y una foto de cómo estaban los modelos cuando fueron hallados.

NAVES EGIPCIAS EN PAPIROS Y FRESCOS

Vemos las representaciones en papiros de distintos tipos de embarcaciones. Botes de papiro (junco) para la pesca diaria o cortas navegaciones. Ya más importantes son los reflejados, además  de papiro, sobre paredes (frescos).

Estos por lo general, son de naves más importantes. Con vela, a veces con guerreros  y muchas están presentes en tumbas y templos recordando las grandes navegaciones marítimas (algunos las menosprecian porque dicen costeras de puerto en puerto, pero es lo que hizo en esa época toda la humanidad).

Las había de carga y en las fotos vemos como transportaban animales vivos u otras cargas. Estas tenían una soga o nervio que unía la proa con la popa pasando por un pedestal. Era para mantener la forma y dividir fuerzas. A veces tenían más de 4 soportes, por ejemplo los que llevaban obeliscos.

La madera era del Líbano, muchas veces compraban los barcos ya hechos (fenicios) y otras traían la madera y construían los típicos barcos con sus proa (curva para embarrancar) y popa curva muy elegante.

La madera era usada también para muebles, sarcófagos y la resina de cedros para embalsamar además de calafatear embarcaciones.

Otros viajes famosos son los que arribaban a Punt desde donde traían animales exóticos, aleaciones de oro y plata (electrum) ébano, mirra, etc. (2500 AC)

DIVERSAS TUMBAS. CONTENIDO

Como vemos en las tumbas siempre estaban presentes las naves. La que nunca faltaba era la barca donde navegaba el muerto hasta llegar a la luz final. Pero vemos todo tipo de barcas sean de transporte, divertimento,  etc. Todo con escenas de la vida cotidiana (cocina, granja, etc), inclusive los utensilios y vestimentas que los acompañaban. Creían que volvía de vez en cuando a ver si necesitaba algo o como estaba mantenida.

BOTE EGIPCIO MADERA. FIELD MUSEUM. CHICAGO

Se encontraron 6 botes similares. Tienen 8 mts.  de eslora y 3mts. de manga aproximadamente. La gran barca de Keops está confeccionada con largos tablazones de cedro importados del Líbano. Éstos, en cambio, son trozos de madera cortos y es probable que sean de sobrantes de otras construcciones o una compra más económica. Con radio carbono 14 se obtuvo la misma fecha que para los de Keops: 1850 AC. Muchos afirman que el Faraón muerto, durante el día,  navegaba por el cielo arrastrando al sol hasta que se ponía y luego continuaba su viaje por el inframundo. Y así comenzaba nuevamente el ciclo. Lo cierto es que eran más comunes las balsas de papiro grueso, que se conseguía en grandes cantidades  en la orilla del Nilo. En esta construcción se puede ver bien como era el encastre entre tablas. El Museo Field de Chicago posee una de los 6 botes que se encontraron. El resto de la parte egipcia del museo está dedicada a la muerte. Técnicas de embalsamar desde un faraón a un gato. Realmente una colección muy importante. Fue un museo de iniciativa privada siendo ahora del Estado.

LAS AYASSAS DEL NILO

Son las hermanas mayores de las falucas o felucas del Nilo, embarcaciones milenarias con vela latina, las hay de casco de madera y de metal. El Nilo, siendo uno de los ríos más largos del mundo que ahora se puede navegar desde Aswan a su desembocadura, fue utilizado por todos los pueblos que lo habitaron.Su corriente es hacia el Mediterráneo y el viento, por lo general, es del lado opuesto, aunque tiene  algunas vueltas. Esto significa que se lo navega flotando y bajando con la corriente, estando atento a las posibles colisiones y varaduras (no es muy profundo), con viento de popa o través para subirlo. Las embarcaciones mayores de las falucas, las ayassas, se dedican al transporte de mercaderías. Aquí las vemos cargando piedras en una cantera para las construcciones del Cairo. Me encanta esta primera foto, con un timonel de unos 50 años casi sin dientes, pero con una fraternal sonrisa. Esta feliz de llevar su carga de piedras y navegar su amado Nilo. El timón con una gran pala es para poder maniobrar algo en un río muy playo, buscar los pasos y esquivar los bancos de arena. Veamos su botavara, arraigos, cabos, relinga, garruchos, todo rústico. Muchas veces, como vemos en las fotos, se abarloan y forman como un monstruo con gran boca (ambas proas) y un golpe de esos puede ser mortal. Atraviesan poblados y sembradíos templos de gran importancia. Allí es posible ver los nil-ometros, pozos que miden la altura del Nilo, y así saben cuántas tierras se van a inundar dejando el preciado limo, que permitirá una o dos grandes cosechas hasta la próxima inundación. En los mismos va un timonel y tal vez entre 2 a 3 tripulantes que deben hacer toda tarea, limpiar, cocinar, timonear etc. Esto sucedió por milenios. Ahora vemos estas embarcaciones con vela latina, pero antes eran de “papiro”, madera del Líbano (en Egipto no hay bosques) y fue representante de todas las dinastías, hasta la barca de sol o de la luna en el viaje al más allá. Vemos un astillero de ayassas de chapa. Estas las hacen para trabajo. Las de paseo, o falucas, son de madera. La última foto es la del nil-ometro.

BARCA FUNERARIA DE KEOPS

Cuando comencé mis estudios de este barco en 1985 me dejaron totalmente impresionado, dado que con este barco y su forma de construcción se puede navegar el Nilo, el Mediterráneo y hasta el Atlántico. Lo hice en peores condiciones. Su proa elevada hace que pueda pasar olas de mas sin mayor problema. La barca funeraria de Keops (o barca solar) es un navío de 43,4 m de eslora del Antiguo Egipto que fue enterrado en un foso a los pies de la Gran Pirámide de Guiza, alrededor de 2500 a. C. Posiblemente fue construida para Keops, el segundo faraón de la cuarta dinastia  del Imperio Antiguo de Egipto. Fue descubierta en 1954 por Kamal el-Mallakh.

Construida con madera de cedro, fue encontrada provista de todos sus aparejos, remos, cuerdas y cabina; estaba desmontada en 1.224 piezas. Después de años de trabajo se consiguió ensamblar todas las piezas. La barca, que sería capaz de transportar 45 toneladas, mide 43’4 m de eslora, 5’6 m de manga y 1’5 m de calado. ​ Las tablas de madera del casco de la barca solar están unidas por cuerdas, y no clavadas. Durante su restauración, la cual tardó más de diez años, se tuvieron que emplear nuevas cuerdas, pero el 95% de las tablas de madera son las originales. ​ Restaurada, se expone desde 1982 en el museo situado sobre el mismo lugar donde fue encontrada, al sur de la Gran Pirámide de Guiza.

Han sido descubiertas cinco fosas de barcas funerarias junto a la Gran Pirámide, y otras cinco más en las proximidades de la de Kefrén. Esto no lo sabía. Solo conocí otras 2 y estamos planeando una gran investigación para el 2022..

En nuestro estudio pudimos comprobar que las maderas habían navegado mucho. La uso Keops para navegar el Nilo y hacer peregrinaciones o como vemos en otras representaciones para esparcimiento.

En cuanto al rito funerario está muy bien explicado en muchos sitios. Rápidamente el faraón ya en su barca debía transitar la parte nocturna. Era basado en el transcurso del paso del Sol desde el Cenit al Ocaso y la parte nocturna. Donde se devenían penurias de todo tipo.

Para los egipcios de la antigüedad, el ciclo perpetuo de la llegada y la puesta del Sol es comparable al ciclo de la vida y de la muerte. Así, cada mañana el Sol nace en oriente, crece hasta el cenit, envejece hacia occidente, y luego desaparece en el reino de los muertos, la Duat. El dios solar Ra, efectúa este viaje diurno a bordo de una barca llamada Mandjet o la Barca de millones de años. La elección de una barca como medio de transporte se comprende fácilmente en una civilización eminentemente fluvial donde el Nilo representa la vía principal de comunicación y es fuente primordial de alimentos gracias a las fertilizantes crecidas, la irrigación y la pesca.

El periplo perpetuo de Ra no conoce pausa; al atardecer, al contrario, sólo empieza de nuevo. Es en otra barca, llamada Mensenktet, en la que comienza su periplo subterráneo, el que atraviesa durante las doce horas de la noche antes de poder renacer por la mañana. En el reino de los muertos, debe enfrentarse con las fuerzas del caos, en las que el representante más poderoso es la serpiente Apofis. En la barca es acompañado por otras divinidades que, como Seth, le ayudan a luchar contra el caos.

Cada doceava parte de su viaje formaba una de las doce horas egipcias del día, cada una supervisada por una deidad protectora. Ra, por la noche, navega a través del inframundo, y cada hora de la noche se consideraba una puerta supervisada por doce deidades protectoras más. Pasando a través de todo esto mientras se defendía de varios monstruos destructivos, Ra reaparecía cada día en el horizonte oriental.

Esta singladura de Ra se concibió a veces como su crecimiento diario, declive, muerte y resurrección, y aparece en la simbología de los textos mortuorios egipcios

Los egipcios de la antigüedad imaginaron que asociándose con el dios solar en el momento de su viaje perpetuo a bordo de las barcas sagradas, sus almas vivirían eternamente. Así es como el culto funerario quedó fuertemente marcado por este mito solar. Por eso, normalmente, las tumbas se construyeron sobre la ribera occidental del Nilo, donde «muere» el Sol, y en el ritual funerario se incluía atravesar el río con el difunto sobre barcas semejantes a las del dios solar.

EL NILO – RUTA DE LOS FARAONES

«…El día va clareando y se ve asomar, tras las dunas, un sol grande y rojo que no nos deja olvidar que nos encontramos en el desierto de Sahara. A esta hora tan particular todo se tiñe de colores irreales; a lo lejos, rio arriba, se ven las primeras velas de las ayassas teñidas momentáneamente de un tinte rosa tierra. En la costa, palmeras y una exuberante vegetación verde oscuro contrasta con las gigantescas montañas de arena de fondo. El fresco de la noche todavía perdura, mientras la densa bruma de esta parte del rio va desapareciendo rápidamente, en segundos. Febo va cambiando de color y mientras se produce la vertiginosa ascensión para ocupar su lugar en el Cenit, durante lo que van a parecer demasiadas y muy largas horas, mis compañeros de viaje se van despertando y mientras salen de sus bolsas de dormir se preparan para otro día de navegación a vela. Dentro de un rato el sol va a tratar de asarnos, para mi este es el mejor momento del día. Fin de mi guardia. Sin novedades    en el barco ni con las mujeres. Nunca pensé que sería necesario llamar la atención tantas veces a estos marineros árabes…» cuando releo partes de mi cuaderno de notas del periplo que realizamos a bordo de un velero árabe , conocido como faluca , lo asocio directamente con lo hermoso que es poder ejercitar el espíritu de aventura que todo hombre lleva adentro y que solo algunos lo practican. Creo que solo hay que atreverse a hacerlo. Si, darse  permiso a hacer algo que no es lo de todos los días. O  como  me gustaba decir, dejar de ser espectador en el cine para ser el protagonista.

Cerca del continente Africano

Es inevitable recordar  otra guardia, ésta a bordo del Cartagena, un velero de  12 mts de eslora con el que, junto a otros tres amigos, cruzamos  el Atlantico. Ya con rumbo a España le comente a Marcelo Gismondi, mi compañero de guardia, que estaba harto de ver agua. No sé si habrá sido por su anterior profesión de guarda vida en el balneario Sunset de Villa Gesell, pero su respuesta fue rápida: ‘¿Un poco de arena no vendría mal, no? ‘ . En ese momento me pareció muy sensato que a tanta cantidad de  agua salada había que contrarrestarla con arena. Así es que la decisión estaba tomada: ir al Sahara. Como el antiguo Egipto lo mencionaban todos los libros que me toco leer en la  facultad de Antropología la elección fue fácil: Egipto.

Una vez que nos desembarcamos  intentamos llegar a Egipto por el Norte de África, pero tan solo llegados a Marruecos debimos desistir de nuestro intento, tribus árabes marroquíes estaban en guerra contra argelinos. Además nos enteramos que había problemas en la frontera de Túnez, y que de Libia estaban echando a los egipcios con una probable represalia por parte del gobierno. Sofocados por el calor, demorados y revisados además de maltratados por lo que ellos denominan ‘policía’ por el solo hecho de haber comprado como suvenir una pipa para ‘hachís’, cuando toda la nación se droga a mansalva,  y luego de recuperar los pasaportes que nos habían retirado y tan solo un ridículo numero de talonario de rifa de color celeste, como los que usan los guardarropas, acreditaba nuestra identidad indicando que el documento había sido retenido por la autoridad, nos fuimos.

Debemos recordar que el Norte de África fue invadido, hace ya muchos siglos, por el pueblo árabe que, teniendo en común su religión islámica, siguen divididos en tribus siendo muy belicosos. Siempre están peleando por sus territorios dentro de su propio país, como pasa con los bereberes en Marruecos o los nubios en Egipto.

De esta forma, con la amenaza de los misiles atómicos pero sin dagas ni balas perdidas recorrimos toda la costa de Europa hasta Atenas. De allí, desde el famoso puerto del Pireo, un buque, el ‘Espresso Egitto’, nos llevó hasta Alejandría.

Solo el espectáculo que brindan estos dos puertos bien vale la pena el viaje. Nos despidió una Atenas al anochecer con la Acrópolis iluminada y miles de buques por todas partes. En Alejandría nos recibió sus grandes playas con palmeras  de las cuales sobresalen las torres de las mezquitas, casi un sueño de las Mil y Una Noches. Lástima la pequeña burocracia de siete vistas de aduana ante los cuales tuve que abrir la mochila (bautizada con el nombre de  Campari Container por el resto del grupo, si de dos ya habíamos pasado a formar un grupo) y  explicar para que llevaba tanto Campari, al enterarme de la  prohibición  de alcohol que dicta la religión, tuve que llevar la provista mínima para un mes. Pero como no les entendí una palabra y todos firmaban mi declaración jurada en blanco supuse que no iba a tener problemas.

Así es como ingresamos al mundo árabe, esquivando estibadores con túnica y turbante ; ovejas y cabras siendo conducidas por doquier , cantidad de bocinazos , el bullicio de la gente , el sol asesino, algunas sirenas, tierra   por todas partes , basura , puestos callejeros que venden de todo, carteles  con signos raros, música a todo volumen como tratando de tapar los otros ruidos. Si bien nuestra intención era caminar hasta el tren que nos conduciría al Cairo (a 225 km de distancia) inmediatamente decidimos tomar un taxi y escapar un poco al tumulto. Luego del normal regateo, el cual es una institución a la que uno está obligado a participar no bien se pregunta un precio o se muestra interés por algo, conseguimos que nos lleve a los cuatro, con mochilas y equipos, hasta  el Cairo, por 20 dólares, cuando por hacer los 500 mts hasta el tren nos quería cobrar 5 dólares.

No es aconsejable conducir vehículos, se puede convertir en una aventura demasiado riesgosa. No creo que exista una sola regla de tránsito, o si existen, los conductores no deben estar enterados. Es más barato tomar un chofer el cual cruzara todos los semáforos en rojo e ira constantemente vociferando en voz alta , vaya uno a saber que , mientras que empuja a la gente que camina por las calles como si fuesen rebaños de ovejas, los cuales no faltan, atropellando cada tanto a alguien.

Entre las cosas que hay que acostumbrarse es que se trata totalmente de otra cultura, aunque alguien podría decir que no la hay por lo expresado hasta el momento, pero no, si la hay. Solo que es tan distinta que la primera impresión no es la mejor.

Una vez arribados al Cairo y después de deambular un poco por la ciudad decidimos sin mucho fundamento, llegar hasta Asuan y desde ahí, rio abajo, hasta Luxor. Pensamos que era lo mejor debido a la corriente que va de Sur a Norte hacia el Mediterráneo, sin saber que también hay muy buen viento y se puede subir el Nilo con viento en popa a buena velocidad. Es más, después nos enteramos que en el antiguo Egipto la palabra (ideograma)  Sur se representaba con un barco con vela y la Norte con otro pero sin vela.

Como sabíamos de la existencia de un tren turístico que corría junto al Nilo uniendo Asuan con Cairo fuimos a la estación central para intentar tomarlo. Las reservas se debían  hacer con varias semanas de anticipación pero según las informaciones recibidas por la Policía de Turismo, había un tren cada hora con vagones de primera, pero al mismo tiempo nos pidieron encarecidamente que no viajemos en tercera. Como  fue imposible comprar billetes al estar agotados los de primera clase  quisimos comprar los de tercera pero se negaron a vendérnoslos con un   simple ‘Not Good For You’.

Así es como vimos partir, semi vacío, el tren turístico. Recién entonces encontramos una persona que nos aclara que en realidad el boleto se puede comprar al guarda del  tren, él mismo trata de ubicar a los pasajeros en los asientos libres por las reservas no cubiertas. No bien paro otro tren, el de las 20 y 30 horas, nos subimos en primera clase y pagando un extra del 20%  hasta nos dieron asientos, si subía en alguna estación la persona que lo había reservado debíamos dejarlo. Lamentablemente se completó el vagón cosa que nos motivó  ir a segunda clase o porque no, a tercera. En estos vagones cerrados herméticamente, dado que alguna vez tuvieron aire acondicionado, era imposible entrar. No solo por el calor, sino por la multitud que viajaba con los bártulos más insólitos incluyendo los infaltables animales vivos (ovejas y cabras), para entender un poco mejor la situación podemos agregar que en el techo tampoco quedaba más lugar. Así es que nos esperaba un viaje de 900 Km  para hacerlo de pie, dado que no había suficiente lugar en el pasillo para  sentarnos todos.

Si bien el vagón era moderno, con alfombra y aire acondicionado la suciedad era elocuente. Como todo el mundo lleva algo para comer  y si sumamos a eso la costumbre generalizada de mascar semillas de girasol escupiendo las cascaras, al rato el piso era peor que el de un chiquero. Enseguida apareció un anciano que con una escoba de hojas de palmeras junto todo para colocarlo debajo de la alfombra. Método  interesante para que las ratas  tengan toda  la comida junta, si pequeños roedores pasaban entre los pies de los afortunados  pasajeros con asiento y entre los cuerpos de los que  íbamos sentados en el corredor. A medida que avanzaban las horas y el frio del desierto se incrementaba, el aire acondicionado fue más fuerte. Fue en el momento que,     temblando del frio, comprendí porque todos subían con mantas. Así fue pasando el día y los 900 km en línea recta parecían la vuelta al mundo. Comenzaron algunos retrasos y la hora estimada de arribo, de las 12 hs. paso a las 15, luego a las 17 para arribar finalmente a las 19 hs. Pero lo más desconcertante eran los comentarios como que uno había llegado en el viaje anterior a las 10  cuando el guarda estimaba un arribo a las 11 pero por el retraso al salir no más de las 12. Evidentemente podía suceder cualquier cosa a lo cual todos estaban acostumbrados.

En contrapartida a todo esto descubro, entre el pasaje, gente muy amable; cada tanto nos ceden el asiento para poder descansar un rato y con mucha curiosidad nos preguntan sobre la Argentina y donde queda ese lejano país. Todos conocen a Maradona, Fillol, Kempes y nos compadecen por haber perdido la guerra contra Gran Bretaña y auguran que en un futuro  cercano podamos salir de la miseria (restan convencidos que nosotros estamos mucho peor que ellos).

El paisaje es tan diferente que hasta parece hermoso; se puede ver una vegetación exuberante en una franja de 2 a 5 km de cada margen del rio. Más allá, el desierto. Los poblados están emplazados sobre la arena, para no restar superficie cultivable con una construcción muy precaria del material más barato obtenible. Paralelamente a la vía del tren esta la carretera, la cual cruza todo Egipto uniendo los centros poblados. La casi totalidad de la población (48 millones) habitan a orillas del Nilo y su vida se desarrolla en una total dependencia de este.

Aswan

Una vez arribados a Aswan  y después de buscar un hotel con aire acondicionado, (6 Dls. Habit. doble con baño) y tratando de acostumbrarnos a este calor seco del desierto (es como estar dentro de un gran horno) recorremos este pacifico poblado, que gracias a la represa le ha dado gran importancia     convirtiéndose en ciudad.

Los habitantes no nos dejan de dar la bienvenida y los chicos se nos acercan diciendo «Bakshish…… (Propina), por todas partes se ven pasar turistas de diferentes nacionalidades, que van comentando sus excursiones mientras regatean con alguno de los vendedores que pululan en el mercado o en las distintas tiendas esparcidas por toda la ciudad.

Hasta hace poco tiempo atrás por las calles se veían tan solo algunos arqueólogos e importantes turistas, los cuales elegían el invierno para pasar una temporada en las fabulosas mansiones de la isla Elefantina como por ejemplo el Agha Khan.

Luego con la construcción de la gran represa comenzaron a llegar ingenieros, técnicos y asentarse muchas industrias, con ellos arribaron cada vez más turistas para ver los majestuosos templos de Abu Simbel construidos por Ramsés II, hacia 1250 AC, dedicados a Amón y salvados de quedar bajo las aguas  del lago Nasser, al construirse la represa, por científicos noruegos y el apoyo económico de la UNESCO al trasladarles, bloque por bloque a tierras más altas.

Con la represa quedo bajo el agua la nación  Nubia así es que el gobierno tuvo que trasladar todo un pueblo asignándoles nuevos territorios.

La represa tiene un ancho de tres kilómetros y 100 mts de alto, provee de energía a todo el país regulando los desbordes del rio pero por otra parte las tierras ya no se fertilizan más en forma natural con el limo y  según los cálculos de los ingenieros se cree que de romperse arrasaría con toda la nación llevándola hasta el Mediterráneo.

Alistándonos para el viaje

Conseguir una embarcación  fue una tarea fácil pero donde debimos emplear toda la estrategia posible.  Luego de regatear lo suficiente y al ver que no conseguíamos otra por menos precio logramos cerrar trato por 70 dólares. Ese precio incluía a un marinero y al mejor cocinero árabe de Aswan según nuestro capitán Ahmed, aparte debíamos hacer la provista para el viaje.

Ahmed, al ser nubio me inspiro más confianza que otros capitanes. El pueblo nubio aunque tenga un dialecto árabe como idioma, son de raza negra y no tienen nada que ver con los árabes salvo en la religión.

Como en todas las partes del mundo el capitán hizo un rol y luego realizamos el despacho. Además de cobrarnos 15 dls. por el trámite la situación fue muy insólita para nosotros. Creo que nunca me podre olvidar de esa escena donde cinco militares, sentados detrás de unas mesas que hasta breves  instantes les había servido para jugar y apostar, abrían uno por uno los pasaportes y dirigiéndonos la vista por turno nos señalaban y soltaban fuertes carcajadas mientras a nuestras espaldas unos soldados con armas en mano nos vigilaban y festejaban las ocurrencias de sus jefes.

Con el despacho sellado fuimos a hacer las compras al mercado. Le pedimos a Ahmed que nos acompañe para traducirnos pero preferimos que él se encargue de comprar y nosotros además de pagar hicimos de porteadores blancos con los canastos en las cabezas ante la sorpresa de los egipcios que nos miraban y se reían.

El gasto mayor fue el agua mineral francesa que compramos incluso para cocinar. Cada botella nos costó alrededor de medio dólar pero es inevitable dado que es muy peligroso tomar agua de las canillas y un suicidio beber agua del Nilo.

Un viejo dicho proclama que: ‘El viajero que tome agua del Nilo algún día retornara a Egipto’, pero si quiere tener alguna posibilidad de hacerlo evite dicha tentación. Hay epidemias de cólera y tifus, aunque el gobierno las llama enfermedades de verano.

En realidad lo prudente seria vacunarse contra el tifus, tétano, difteria, hepatitis y cólera, además de ingerir tabletas para la malaria. El agua del Nilo se caracteriza por tener amebas y las famosas lombrices blancas que transmiten la ‘ bilhariza’. Al ver a los nativos bañarse da tentación de tirarse al agua para refrescarse pero hay que frenarse y recordar que ellos ya están inmunizados, los demás murieron.

La ruta de los faraones

Si bien transitar por el Sahara se puede y de hecho se realiza  desde hace milenios, el Nilo era, entre otras cosas, una gran autopista para los antiguos egipcios. Ciudades y templos majestuosos están en sus márgenes y la riqueza del reino todavía se puede apreciar: dos franjas de tierra muy fértil con abundante agua dulce.

Si bien el trayecto de Asuan a Esna no es muy largo nos sirvió para formarnos una cabal idea de cómo se navega por la zona y el infinito placer de  arribar a los templos por la puerta principal, que como es lógico, dan sobre el agua.

El ayudante de Ahmed se llama Abraham, también nubio, es el encargado de realizar todas aquellas tareas que   nuestro capitán no tenga ganas de realizar, es así como además de remar, timoneaba, colocaba la vela, subía o bajaba la orza, cocinaba o subía al tope de la entena  para adujar la vela.

Nuestra primera etapa fue algo corta. Solo cruzamos de la ciudad hasta la isla donde está la aldea nubia y ambos nos dejaron cuidando  la embarcación  dado que fueron a entregar el dinero a sus esposas. Ahmed apareció acompañado de Hamada  de solo 6 años. Su padre decidió que ya tiene edad como para empezar a aprender el oficio de patrón de ‘feluca’ al igual que lo hizo el. Así es como se encargó de hacer el té, timonear, y pelar papas y cebollas. Según Ahmed…’ un buen marino debe saber cocinar’.

En una mezcla de inglés – árabe fue relatando, en frases muy cortas, parte de su vida como marino del Nilo. Es así como nos enteramos que tanto su padre como su abuelo fueron capitanes y que él se siente muy orgulloso al haber heredado, a los 32 años, esa hermosa embarcación que le evita ser un marinero con una paga que solo alcanza para comprar un poco de Hachís al final de la travesía.

Por  otra parte los lamentos son constantes. Se queja de que ya la vida no es como antes cuando con su trabajo de capitán podía mantener dos esposas y si bien la represa los alivio de las crecientes y los cocodrilos, cada vez hay más remolcadores y buques de turistas que cada tanto se los llevan por delante. Es que ellos tienen una forma de navegación nocturna bastante particular.  En las partes anchas del rio se dejan llevar por la corriente y se van quedando   dormidos hasta que en algún momento    varan o chocan contra alguna isla.

Estos remolcadores, empujes y chatas fueron reemplazando a las ayassas. Estos grandes veleros de carga realizaban el comercio de productos no perecederos (piedras, cal, ladrillos)  por todo el rio y especialmente con el Cairo. Sus viajes son lentos, les demanda 7 días el trayecto Luxor  al Cairo  contra tres días que emplean los cargueros. Pero verlos navegar con entenas que superan los 30 mts de largo es un espectáculo único. Son los veleros con mayor vela latina del mundo, especialmente aptos para captar hasta la más suave brisa que pase por encima de las palmeras.

El día transcurre mientras todos nos dedicamos a observar la vida que se desarrolla en las márgenes del Nilo. En el valle se ven plantaciones de maíz, habas, algodón, arroz, que se alternan con palmeras, cocoteros, dátiles y bananeros. Todo irrigado con cuanto método uno pueda imaginarse. De fondo las altas dunas del desierto se recortan en un cielo azul sin el menor atisbo de nubosidad.

Cada tanto pasa algún árabe montado en su camello mientras que decenas de niños  con sus túnicas se acercan hasta la orilla para  saludarnos y pedir algo. Se ven mujeres lavando la ropa, otras transportan agua en cantaros mientras algunas se bañan o refrescan a los animales. Todo simultáneamente.

A las 17:30, poco antes de anochecer es la hora en que cenamos un extraño guiso de verduras varias. Cubiertos no usan así es que cenamos  con las manos ayudados por el clásico pan árabe. En un costado los tres nos miraban en silencio. Esperaron a que nosotros terminemos para comenzar ellos. Por más que trato de convencerlos de comer juntos  Ahmed me contesta que no dado que no les está permitido comer junto a los blancos. Ya de noche Hamada preparo un té.

Como junto con la noche llega el frio del desierto y los enormes mosquitos nos enfundamos en las bolsas de dormir y continuamos navegando a su estilo, es decir al garete.

Por la madrugada, totalmente encalmados, llegamos remando a KOM-OMBO donde están las ruinas de los templos de Sobek y Horus (erigidos en honor de Sobek el cocodrilo y Horus  el halcón con el disco solar) que fueron construidos simultáneamente para no ofender a los dioses. Todavía cientos de cocodrilos embalsamados llenan uno de los templos y detrás de ellos  encontramos un típico  ‘nilometro’. Con el median la altura de la creciente y se lo comunicaban al faraón. Cuanto más alto crecía el rio  al ano siguiente  se cobraba más impuesto porque el desborde había fertilizado una superficie mayor.

Después del paseo  continuamos viaje pero dado que el fuerte viento  de proa no nos dejó avanzar Ahmed le pidió remolque a una chata. Luego de una discusión de dos horas logramos hacerle entender que no  teníamos ningún apuro en llegar y queríamos disfrutar una navegación a vela y no acompañados del estruendo de un poderoso motor.

La próxima parada fue en una arenosa isla donde según él era un excelente lugar para bañarse dada la ausencia de aguas contaminadas ni animales de ningún tipo. En esta zona el rio tiene un ancho superior a los dos o tres kilómetros. En realidad parece un lago. El primero en zambullirse fue Marcelo, le siguió todo el grupo que con jabón y champú corrimos rápidamente a tierra al ver como las nefastas lombrices colgaban de todas partes del cuerpo de Marcelo. Una picadura y significaba ‘Bilhariza’ (Se trata de unos gusanos que se crían en el hígado, si uno no está inmunizado es una enfermedad mortal al destruirse el órgano).

Los únicos que siguieron  en el agua fueron los dueños de casa que con el champú en mano trataban de convertirse en blancos. Por lo menos así lo manifestaba Abraham  que nos decía que ahora entendía porque éramos blancos. Por nuestro lado, y sin darnos cuenta, nos vimos rodeados de niños y mujeres que a cierta distancia nos saludaban sonriendo. A medida que pasaba el tiempo y mientras   Ahmed cocinaba verduras, se fueron acercando y comenzaron a tocarnos el pelo y la piel para estudiarnos. Cada movimiento era un susto para ellos y a continuación una risa. Una de las niñas trataba de hablarnos pero lo único que repetía en ingles era ‘My name is, my name is, my name is…’. De pronto se echaron a la carrera para reaparecer un rato más tarde con frutas y verduras. Debo confesar que todo esto era seguido con varios de nosotros preparados para entrar en acción. Nunca nos inspiraron total confianza y en más de una vez trataron de tomar como suvenires nuestras pertenencias.

Continuamos rio abajo y en uno de los bordes coincidimos con otras dos  felucas y como sucede en todas partes del mundo, cuando varias embarcaciones navegan con el mismo rumbo, se organiza espontáneamente una pequeña regata, sin premios ni copas, tan solo por el placer de navegar.

Así pasamos varias aldeas hasta que llegamos a Edfu donde visitamos el templo faraónico dedicado a Horus. Hace algunos años en una calle del pueblo se encontró un dintel, excavando descubrieron que el mismo no estaba suelto sino que debajo de él había columnas, es así como se dieron cuenta que gran parte del poblado estaba asentado sobre lo que fuera un templo. Una vez desalojados y derribadas las viviendas volvió a ver la luz del día el más grande y mejor preservado de los templos faraónicos.

Alejados de la población y luego de reaprovisionar al barco cenamos junto a unas palmeras. Le comento a Ahmed  la posibilidad de seguir navegando hacia el Cairo y se niega. Solo puede llegar a Quena. Más allá de ese lugar no es seguro para un nubio ya que los árabes no simpatizan con ellos y tiene miedo que lo  maten. Pero como todo en el mundo árabe tiene solución: posee un socio árabe que continúo  siendo nuestro guía una vez que pasamos por una franja de  tierra nadie; se trataba de la division de los dos territorios.

Cuando le comente que me llamaba la atención las mujeres con túnicas  negras me  respondió que eso indicaba que era casada, solo las solteras usaban túnicas de colores. Las conversaciones eran de este tenor: «Black people like black tissue. Black is good. Alha likes black colour.»

El tercer día se caracterizó por comenzar exactamente igual que los anteriores. Sin viento nos arrastró la corriente hasta que nos varamos. Hacia las 8 comienzo a soplar fuerte  cosa que generalmente dura hasta el atardecer.  En un momento vimos unos pescadores que en raras embarcaciones nos ofrecieron pescado. Con un cordial saludo dimos comienzo a un violento regateo mientras  nos exaltaban  las  increíbles cualidades de las piezas ofrecidas. El precio siguió   bajando para terminar en un 20% del inicial, luego de unos 15 minutos de charla. Ellos en árabe y yo en español, total a ninguno nos importaba lo que decía el otro solo había que continuar regateando. Cuando uno quiere poner fin a esta ceremonia se extiende el brazo y un estrechón de manos sellan el trato. Rápidamente los rostros serios se relajan y una sonrisa florece en sus caras. Así nos llevamos un par de baldes de pescados mientras que los pescadores felices , reían , hacían muecas y jugaban  como niños con redes , remos y cuanta cosa tuvieran a mano , siempre mirándonos. Desconfiado reviso los baldes pero contenían los pescados comprados y luego de la sentencia de Ahmed:’Fish   is good.’, continuamos la navegación.

Detrás nuestro quedaron los pescadores que después de tirar las redes  comenzaron a batir el agua con palos para espantar los peces. Siempre sonriendo nos saludaron y de tantas cabriolas que daban, uno de ellos fue a para al agua, esto hizo que sus compañeros casi desfallezcan de risa.

Nos mirábamos sin comprender. ¿Serían los efectos de beber agua del Nilo  o algún gobierno estaría experimentando con gases hilarantes?  Una pregunta floreció automáticamente: Que fue del pueblo egipcio? Fue aniquilado por las sucesivas tribus árabes que ocuparon su territorio ?  Las antiguas construcciones en piedra , casi perfectas , se contraponen al   estilo actual de paredes inclinadas, puertas torcidas , ventanas en falsa escuadra como si todo estuviese por desmoronarse. Algunos ensayan extrañas teorías de que esos edificios fueron levantados por extraterrestres. Es claro nada de lo actual puede hacer suponer que fueron los mismos habitantes los responsables de ambos estilos.  Pero en realidad el primero responde a un pueblo organizado con cierta cultura, luego aniquilado por sucesivas invasiones. El actual habitante árabe  llamado egipcio , nada tiene que ver con los «antiguos egipcios» forjadores de una de las más importantes civilizaciones del mundo.

Pasado el mediodía amarramos junto a un par de palmeras que            brindaban  una excelente sombra. Mientras Ahmed  se dedicó a preparar el pescado descendimos del barco y al poco rato nos vimos rodeados por un grupo    de chicos y jóvenes que cada tanto debimos espantar para  que no se acerquen demasiado a  las chicas con intenciones de tocarles el pelo o la piel. Son peores que moscas. Organizamos una guardia y me fui a investigar    donde estaba la aldea de la cual provenía esta gente. Luego de verla desde lejos , camino por la orilla  del rio disfrutando  de todo lo que encuentro a mí alrededor. La variedad de lagartijas de distintos tamaños y colores es increíble, observo pájaros para mi desconocidos, las hormigas son enormes tanto que parecen arañas, hasta que me topo con un cocodrilo. El susto fue soberano. Cuando descubrí que el tronco , mitad en el agua y mitad en tierra , estaba listo de ojos y dientes , salte gritando ‘Cocodrilo’ . Por suerte él también se asustó, sumergiéndose rápidamente.

Entre las cosas que consulte a la autoridad fue si existían animales peligrosos en el agua. Me aseguraron que tanto el cocodrilo como los hipopótamos eran de otra época del Nilo , y gracias a los ávidos cazadores y a la represa de Asuan que actúa como barrera , ya no se corría más peligro.

Vuelvo al barco , del cual decido no bajar más, y comento  el hecho con los demás.     Me miraron con cara de piantado así es que preferí cambiar de tema. Después de comer el pescado decidieron caminar para hacer la digestión , al poco rato y después de escuchar gritos anunciando el encuentro con el cocodrilo, aparecieron corriendo desde la misma dirección , todos tratando de  subir rápidamente al barco.

El agua del rio , que en Aswan era de un verde casi como el mar, a medida que bajábamos se fue oscureciendo. En ella pasaban desperdicios de toda índole y animales muertos. Pero nos quedamos sin habla cuando apareció el cadáver de un viejo árabe , todavía con su turbante, girando por la corriente. A poca distancia había gente bañándose y otras calmando su sed.

Llegamos a Esna poco después del anochecer. Con música nubia en la proa se armó un baile del cual todos participamos. Ahmed abandono el timón y luego de amarrarse a otra embarcación se sumó al baile. Todos cantamos y bailamos , en realidad la melodía es simple y aunque no conocemos el idioma , con un poco de imaginación solucionamos el problema.

Al poco tiempo contamos con un nutrido público que callados nos observaban desde distintos lugares. Cuando se acercaban demasiado o incluso intentaban subirse al barco los invitábamos a alejarse. Mientras cenábamos pudimos comprobar el gran tráfico que tenía el rio. Remando o dejándose llevar por la corriente aparecían felucas y ayassas , algunas se abarloaban a la nuestra, otras desaparecían en la oscuridad pero de todas provenían distintos aromas de las comidas que preparaban.

Por la mañana visitamos  el templo de Khnum y seguimos viaje hacia Luxor donde debíamos encontrar al socio de Ahmed. Ya en otro territorio íbamos a extrañar al pueblo nubio y en especial a nuestro capitán Ahmed, que si bien en un principio no nos llevábamos muy bien , fuimos aprendiendo parte de su filosofía de vida , religión y costumbres que con gran dignidad nos explicaba desde su alta posición como capitán de feluca.

Descripción de una feluca

Estas embarcaciones , hermanas menores de las ayassas, son utilizadas fundamentalmente para el transporte de pasajeros. En el caso de distancias cortas como cruzar el rio o ir a alguna isla , se viaja sentado en un banco que rodea toda la borda; para viajes prolongados se les coloca tablones formando una cubierta , debajo de esta van los bultos y mercaderías, arriba es el espacio destinado a los viajeros los cuales se deben desplazar en cuclillas y permanecer sentados o acostados por la existencia de la toldilla que protege del sol. Sobre los tablones esteras y mantas de llamativos colores hacen un poco más cómoda la existencia.

El casco es por lo general de chapa con fondo plano ,  con una eslora de 10 mts  su manga es de 2,60 y un metro el puntal. Poseen una orza central, palo macizo  de unos 6 metros sujetado por cuatro obenques por banda y un estay proel. La entena es majestuosa y en estos barcos pequeños llega a los 16 mts de largo con técnicas de construcción bastante compleja , dado los diferentes grados de rigidez y flexibilidad necesarios.

Como la vela queda siempre establecida de la misma banda hay bordes en que el paño hace presión contra el palo. Al botalón ( de 1,5 mts.) llega el aparejo de la entena y la botavara

Sin maniobra de rizos , este aparejo constituye en la vela latina más grande que se haya empleado en parte alguna. Para arriar  se fila escota y se amantilla la botavara hasta que toca la entena. Por lo menos dos hombres trepan por el palo hasta la entena y adujan la vela todo a lo largo de la entena en una peligrosa maniobra.

Tanto en proa como en popa existen dos pequeñas cubiertas cerradas con mamparos; utilizan el lugar para guardar los efectos personales de más valor.

 Materiales utilizados en la construcción

Antiguamente se usaba la madera de eucalipto, pino escandinavo o ruso tanto para el casco como para los puentes. La quilla era realizada de acacia y no era que les gustase utilizar maderas exóticas sino que en la zona es exótico que haya árboles. La chapa de hierro fue el mejor sustituto variando muy poco su forma , salvo en la proa que actualmente es mas en punta.

Por otra parte la chapa convirtió a las embarcaciones prácticamente en indestructibles , en comparación con sus hermanas de madera, cuya vida útil oscilaba en unos 30 años. Por lo demás  requiere un mantenimiento menor siendo más fácil su reparación.   El estado general de las embarcaciones que utilizan para carga , es deplorable aun considerando que se trata de barcos para trabajar.

Es raro encontrar algún vestigio de pintura, aunque en la regala a veces queda un poco pudiéndose observar las capas de distintos colores que alguna vez lucio. Por el contrario , las de pasajero son por lo general de color blanco y la vela de algodón egipcio es constantemente emparchada. La cabuyería es de cualquier material siendo común el uso de cadenas y alambres para los lugares que hay roce. El palo, empalmado, da la sensación que en cualquier momento se parte, refuerzos de todo tipo prolongan una segura caída. La impresión general es que todo lo que se ve a bordo , va a romperse en el minuto siguiente, aunque termine resistiendo mucho tiempo.

El dueño , tanto como los tripulantes , son capaces de reparar, con los materiales más simples y herramientas rudimentarias o hasta primitivas , todos los desperfectos que se plantan a bordo.

Es muy importante cargar con lo menos posible. Tendrá oportunidad de comprar prendas de excelente algodón egipcio por precios ridículos.

Contacto en Aswan: Ahmed Ginani Mansur  Abu Simbel Hotel o a la orilla del rio.

LOS VELEROS DE MANZALA

“Son las 11:30 a.m., el calor se me hace insoportable, pensar en las horas de sol que me esperan me dan ganas de desistir en el relevamiento que me propuse realizar del lago Manzala, sus embarcaciones y su gente. Junto a Said, mi guía, y tres ayudantes que reclutó entre los lugareños, estamos tomando café a la sombra del alero de un improvisado bar junto al lago. Debido a las recomendaciones de varios pescadores y del propio Said, que con un “sun no good” mientras se toca la cabeza, me hicieron comprender que era mejor ocultarse un poco del sol. De los tres ayudantes, el más viejo, Hakin, me apantalla con una hoja seca de alguna planta acuática gigante. Otro es el encargado de llevar una especie de toldilla o parasol ara guarecerme del sol mientras saco fotos, está confeccionado con hojas de palmeras. Baharí es el portador, lleva el bolso de la cámara y todo lo que no queremos cargar nosotros. La paga por día de trabajo va a ser de 1 U$S a cada uno, cuanta miseria…”

Al leer esto de mi libro de notas recuerdo que mientras recorríamos el lago sacando fotos, nos seguían un grupo de árabes de todas las edades riéndose y hablando entre sí. Cada tanto alguno se presenta, y en su pobre ingles me da la bienvenida al lugar poniéndose a mi disposición. Realmente tengo que reconocer la amabilidad de esta gente, aunque nunca hay que fiarse de ellos.

Por lo visto no hay muchos turistas en esta zona, me miran como bicho raro, se acercan tanto que me es imposible sacar fotos. En esos momentos interviene Said y los echa, ellos se van solo 4 o 5 metros para atrás y comienzan nuevamente a acortar la distancia que nos separa.

Las construcciones que me rodean son muy precarias, están puestas desordenadamente alrededor del lago, obligándonos a hacer grandes rodeos para poder llegar hasta el agua.

A medida que me acerco veo un enjambre de palos, antenas y redes colgando. Para mirar las embarcaciones tengo que ir hasta casi al lado de ellas, son muy bajas, chatas y con bastante manga. Parecen diseños de lanchas de carreras más que de veleros de trabajo. Al verlos me hacen acordar a las carrocerías de las motos o la de los autos F1 de hace 20 años.

Llegué al Matariya de pura casualidad, ya que pensaba ir a Port Said, lugar que me habían recomendado, pero Said, mi guía y chofer, decidió sin decirme nada, que me iba a gustar más esta ciudad.

Así es que de improviso frena el auto y abriéndome la puerta en forma de presentación, me dice: “El Matariya is better, many fisherman”. Ahí me doy cuenta que no voy a conocer Port Said por un buen tiempo, ya nos encontrábamos en la parte opuesta del lago. Trato de no enojarme y miro a mi alrededor, alcanzo a ver unas cuantas embarcaciones, tal vez tenga razón.

El viaje desde El Cairo hasta aquí, recorriendo casi todo el Delta, fue muy instructivo y cansador.

Tardamos 5 hs. en realizar los 200 Km. para unir las ciudades. Una parte corta por autopista y el resto por pequeñas carreteras bordeando canales, dando un sinfín de vueltas, preguntando constantemente en cada bifurcación o aldea que encontrábamos porque la ausencia de carteles indicadores es total. Muchas veces tuvimos que deshacer el camino andado al encontrarnos con puentes clausurados y rutas cortadas. En cuanto levantábamos un poco la velocidad había que parar, ya sea por los rebaños de ovejas y cabras o por la gente que utiliza medios de desplazamiento un poco antiguos, como los camellos, burros o camiones salidos de una película de los años 30. En algunas aldeas donde había mercado teníamos que esperar a que retiren los puestos montados sobre carros o, tan solo a fuerza de bocina, hacer que la multitud nos deje el paso. En una de estas aglomeraciones, atropellamos a muy poca velocidad a un chico de 7 años, y tras los gritos y exclamaciones que un hecho así acarrea, la madre levanta en brazos al niño, se aparta, y ante mi sorpresa seguimos de viaje. Said no se perturbaba, es lo normal para él: “Así lo quiso Ala”. Me advierte que a trabe las puertas, ya que por los lugares donde vamos a pasar es probable que traten de subirse al auto, cosa que ocurrió, pero con una acelerada y puertas con seguros no nos ocasionaron problemas.

En ambos márgenes de la ruta encontramos tierra muy trabajada con cultivo de habas, maíz, algodón y todo lo que puedan sembrar. Todo está irrigado con los más variados métodos, desde una simple ánfora de barro o bombas eléctricas, pasando por las de tracción humana y animal. En los espacios libres la vegetación es exuberante, altas palmeras, datileras, cocoteros y mango es lo más común.

A la entrada o salida de las aldeas se ven las clásicas carnicerías hechas con cuatro estacas, un travesaño, una media res colgada y el gentil despachante con hacha en mano frente a un gran tronco a manera de mesa. Cualquier parte vale lo mismo, solo depende del arte que tenga uno en regatear. El vendedor de pescado, sentado detrás de una estera sobre la cual hay varias piezas, espera la más leve muestra de interés de nuestra parte para espantar el manto de moscas las cubre y exaltarnos la bondad de cada especie. Estos puestos están por lo general cerca de bares, donde se pueden ver parroquianos árabes sentados, cada uno con su pipa de agua y larga boquilla frente a mesas con tazas de té, todos de cara hacia la calle, como una gran platea observando con mirada extraviada, como si se tratase de un gran jurado decidiendo si nuestras reacciones son las que corresponden a un occidental o no.

Esta importante ciudad se encuentra a orillas del lago Manzala. Sus calles son casi todas de tierra, salvo la principal donde se establece todos los días el mercado. Los puesteros buscan la sombra de los edificios y ofrecen su variada mercadería hasta tarde en la noche. La edificación, de color blanco, no tiene más de tres pisos y sobresalen las torres de las mezquitas, que con sus parlante a todo volumen propagarán los rezos islámicos varias veces durante el día, imponiendo un alto en las actividades de los hombres, las mujeres no oran.

Gran cantidad de gente, carros y porteadores van y vienen del puerto al mercado.

Mientras nos dirigimos al muelle, y tras contratar a tres ayudantes, conozco a un viejo pescador llamado Abdel Rifai que me cuenta como los campesinos de la zona, a medida que las aguas de la laguna fueron invadiendo sus tierras, se tuvieron que transformar en pescadores y a prendieron a navegar en cualquier cosa que flote. Abdel es de los pocos que provienen de una vieja estirpe de pescadores, se acuerda que su abuelo le enseñó el oficio, él se ocupó de instruir a sus hijos y ahora está preparando a sus nietos.

El lago de Manzala está situado al este del Delta del Nilo y tiene una superficie de 1900 Km2. Limitado al este por el Canal de Suez, al oeste por un brazo del Nilo y al norte por una franja de arena que lo separa del Mediterráneo. Antes, la laguna tenia cada tanta comunicación con el mar, pero por los depósitos del Nilo se fue tapando causando inundaciones. En las grandes crecidas se lograba abrir una brecha en la barrera de arena y permitía la comunicación con el mar, pero desde la construcción de la represa de Aswan esto ya no ocurre. El borde de la laguna fortalecido por la construcción del camino a Port Said, demarcando en forma definitiva el lago.

Su profundidad media es de 1 a 1.50 metros, salvo algunas depresiones que pueden llegar a los 3 metros. Existe un canal dragado a 3.50 metros entre Port Said y el Matariya.

Se ve en el lago gran cantidad de embarcaciones de todo tipo. Hay lanchas, barcos con formas extrañas, balandras de mar, alguna “ayassa” modificada, lanchas de pasajeros y hasta un ferry.

Siempre en compañía de Abdel, que me va explicando, caminamos mirado las embarcaciones. Me comenta que en este lugar se encuentran las “lanchas veleras” más puras de la zona, todas pintadas de blanco sin decoración. Las que provienen de otras zonas son de diferentes colores, algunas decoradas con flores, motivos geométricos o simplemente rayas.

Me muestra la suya y exalta la rapidez con que navega (6 a 7 nudos) y la excelente maniobrabilidad que le da una pala de timón descomunalmente larga (alrededor de 2 metros). Tienen muy poca obra viva, dada la baja profundidad con que cuenta el lago, y es capaz de llevar una enorme vela de 120 m2 para aprovechar la más leve brisa y tiene gran capacidad de carga. Como contrapartida, no es muy marinero, pero no importa, ya que en el lago las tormentas son muy raras y nunca fuertes.

Poseen una eslora de 9 a 10 metros, una entena de 30 metros, el palo de unos 8 metros y está sujetado por 4 obenques por bandas al tope. Tienen una vela latina un poco alargada en su puño de pena. No poseen botavaras como otras velas latinas de Egipto y para bordejar cambian la vela de banda con el sistema clásico, que es poniendo la embarcación con viento de popa y un tripulante pasa el puño de escota por proa llevándola luego nuevamente a popa.

Tratan de navegar con vientos a través, pero llegan a orzar unos 60o. Derivan mucho ya que no poseen quillete ni orza, fáciles de tumbar si el viento refresca, sacan una percha de la banda de barlovento de unos 7 metros de largo y los tripulantes se sientan en ella, uno al lado del otro, asemejándose a loros descansando en una rama.

Las tumbadas son frecuentes y traen aparejados muchos inconvenientes, el principal es, por lo general, la perdida de la pesca, sus elementos o la mercadería transportada, además de la posibilidad de rifar vela y romper la entena. Es divertido ver como los tripulantes saltan al agua, y con esta por la cintura y un poco más, realizan algunas tareas como estiba, ponen redes, empujan la embarcación para zafar alguna varadura y, luego de un salto, se trepan y siguen viaje.

Para arriar bajan un poco la entena, unos 2 metros, y filan la driza del puño de pena, de esta manera el paño cae por la entena; luego dos o tres tripulantes deben subir al palo y recorrer la entena adujando la vela. Este trabajo requiere una gran habilidad, no porque sea difícil, sino por la altura que lo deben realizar, alrededor de unos 30 metros sobre el agua.

Hay dos tipos de embarcaciones: las de carga, que, con 16 metros de eslora, 4,5 de manga abierta (sin puente), tienen un solo mástil, transportan entre la ciudad y las aldeas que bordean el lago cereales, ladrillos, arena, materiales de construcción y productos agrícolas. Atadas al palo se ven las ánforas para el agua de los 4 o 5 tripulantes que llevan.

Las de pesca, en cambio, son menores y con una eslora de 7 a 9 metros, 3 metros de manga totalmente cerradas con una carroza abovedada, unas pequeñas escotillas casi sin francobordos llevan una tripulación de unos 10 hombres, ya que el trabajo con las redes no es fácil.

LA PESCA

Por la mañana temprano, antes que amanezca, se preparan a salir. Entre la densa bruma se puede escuchar los ruidos y voces provenientes de varias lanchas, con la vela desplegada, esperan que comience a soplar un poco el viento. Parece increíble que el sol pueda vencer al tan espeso manto que cubre el lago. Trabajan con dos veleros y elegido el lugar, la pesca comienza cuando uno de los hombres salta al agua y, aferrando el punto medio de la red, le mantiene el borde al ras del agua. Luego, las embarcaciones navegan en sentido contrario y van describiendo un gran circulo cada 20 o 25 metros, otro tripulante salta al agua y, al igual que el primero, mantiene la red con su borde superior en la superficie. En total 4 o 5 hombres de cada barco están en el agua, las lanchas, a medida que van completando el circulo arriman la vela, abarcándose.

A una orden del patrón, los hombres acomodan la red para que toque el fondo y sacan una parte fuera del agua, y así lo peces, aunque salten, no pueden escapar. Luego se van acercando unos a otros y el circulo toma la forma de un largo corredor. Vuelven navegando nadando o caminando y ayudan a sus compañeros a recoger la red.

Cuando se realiza esta tarea se colocan todos en una misma banda y el borde del barco esta debajo del agua, haciendo la cubierta y la carroza con forma abovedada, una especie de plataforma en la cual es imposible que haya enganches. La otra banda que, en posición horizontal, siendo ese el lugar donde colocan el pescado en cestos.

Finalizada esta operación y entonando cantos, hacia el mediodía retornan a la costa donde el pescado será vendido en el mercado o a los camiones frigoríficos que están esperando.

MI BREVE EXPERIENCIA

En la salida que hice con Abdel tuve que, al igual que lo sucedido en Puerto Montt, Chile; esconderme para no ser visto por las autoridades militares, ya que no es posible para los occidentales embarcarse en esta región militar. Así es que, con turbante y encerrado en la cabina, creí que iba a morir asfixiado. Navegar a 6 nudos con semejante velamen y carga me produjo una sensación muy especial, mezcla de placer y miedo al ser consciente que cualquier cosa que pasara, podría convertirme en otro desaparecido más, y como explicación tan solo “Así lo quiso Alá”.

Le comenté a Abdel mi intención de colaborar, y me contesta que mi mayor ayuda era saltar al agua con la red. Realmente me pareció una idea magnifica dado el calor que hacía. Es así que me tocó el tercer turno. No fue tan sencillo, ya que cuando comenzamos a recoger la red, sentía pánico de tan solo pensar lo que pasaría si me tropezaba y por culpa mía se escape toda la pesca. También pensaba que me encontraba descalzo y en cualquier momento una lata o algo podía cortarme un pie.

Una vez a bordo, nuevamente comenzaron a recoger la red, lamentablemente ésta se engancha y se rompe. Todos comienzan a gritar y a dar indicaciones, pero el daño ya está hecho. Abdel se resigna mirando hacia el cielo, creo que pensando el Alá, y da la orden de desengancharla con la consiguiente pérdida de peces. Así y todo, completaron dos canastos de unos 30 kilos cada uno. En total son unas 60 L egipcias (U$S 45) a repartir entre tres personas y una red rota. Al volver al puerto se dividen las taras, algunos irán al mercado, otros preparan algo de comer y Abdel se queda reparando la red. A mí me espera Said, que me obliga a guarecerme del sol en un café cercano del lugar donde amarramos.

Nuestra salida no duro más de 2 hs. debido a que en la primera oportunidad nos quedamos sin red, ero por lo general duran entre 6 y 8 hs.

Realmente creo que Alá se compadeció de mi salud e hizo que retornemos rápidamente.

Así y todo, me siento muy mal, la cabeza da la sensación de latir. En estas latitudes el sol se convierte en un enemigo. Mi estado es tan solo comparable a cuando bajábamos del camello después de 8 o 9 hs. de marcha por el desierto, cuando con Marcelo Gisnodi decidimos ver cómo era una caravana de camellos y que se sentía. En sí, lo que se siente es un malestar general, dolor de cabeza por el sol, piernas acalambradas y, gracias al bamboleo del camello y a la montura de madera, el trasero en pedazos.

Se depende totalmente del camellero, ya sea para ascender o descender, y aconsejo no hacerlo por cuenta propia. El resultado puede ser una violenta caída, ante la risa de los árabes presentes.

Me llamo siempre la atención como en todos los lugares donde hace mucho calor, ya sea en Egipto, Marruecos, Brasil o Perú, los nativos se regulan y casi no ingieren agua. Siempre me aconsejaron que trate de aguantar hasta la tarde, ya que, si uno comienza a tomar durante el día, la necesidad de beber se hace más desesperante.

En la orilla del lago se puede ver como hacen nuevas marsalas o reparan las viejas. Son de madera, por lo general de Eucalipto, aunque utilizan todas las que encuentran. Es interesante con el cuidado que desguazan las más viejas, las partes que se encuentran en buen estado serán utilizadas nuevamente y la madera vieja se convertirá en carbón vegetal.

Veo llegar a un árabe viejo vistiendo harapos, y con su infaltable turbante, que trae un incensario. Interpelo a Abdel y me dice: “Es muy importante, va a quitar los malos espíritus de los elementos que utilizamos para pescar”. Luego de presenciar como desparrama su incienso y recibe unas monedas a cambio, se dirige hacia una embarcación en construcción.

Desde el café observo un espectáculo imponente, cientos, tal vez miles, de embarcaciones se van juntando a lo largo de la costa con sus cascos blancos, palos muy altos, largas entenas, redes y velas puestas a secar. A lo lejos se ven más velas que se van acercando. Podría decir que eclipsan el recuerdo de las pirámides de Giza o el Valle de los Reyes.

El futuro de estos veleros es promisorio, no creo que puedan ser suplantados. Aprovechan perfectamente la energía eólica, su forma debe haber ido evolucionando a través del tiempo hasta adaptarse a la función que deben cumplir, y gracias a ellos miles de personas tienen su sustento asegurado en una región del mundo donde el hambre azota como una epidemia.