ARGENTINA

CANOA DE TRONCO – TERRITORIO YAGAN

Son varios los “estudiosos” que opinan sobre el tema de la adopción de la canoa de tronco ahuecado o monóxila y dan como cierto que fueron los misioneros anglicanos los que les dieron herramientas adecuadas para realizar el trabajo. Esto estaba directamente ligado al intento de mejorar sus  condiciones de vida. Pero no existe documento alguno que asevere el tema. Por otra parte la Misión Científica al Cabo de Hornos de la Romanche en los años 1882-1883 hay muchas fotos de canoas de corteza y ni una canoa de tronco. Tampoco es comentado por Giacomo Bove (1881-82) donde si refleja las de corteza. La expedición del Comodoro Augusto Lasserre, fundador  de Ushuaia, refleja las canoas de corteza  no hay mención a las de tronco.

Otros estudiosos escriben sobre la posibilidad que hayan sido influenciados por los cazadores de lobos marinos. No existe nada  concreto en el tema pero si es cierto que hay muchas fotos entre 1890 en adelante donde vemos que las empleaban.

Un dato importante es el de Martín Gusinde que en 1924 escribe que ya no usaban las canoas de corteza ni de tronco dado que al existir tantos aserraderos aprendieron a construir botes de madera. Esto se ve reflejado en la tradición oral de yaganes y sus descendientes que hablan de ello. Por ejemplo Cristina y Ursula Calderon comentaban que  de niñas navegaban en ese tipo de bote. Además que la madera la obtenían del aserradero de los Lawrence en Punta Remolino.

Un caso reciente es el de Martin Gonzalez Calderón y la construcción de su último bote con el cual navegó por el Beagle, el Murray y otros canales. Falleció en el 2020 pero se hizo un film documental de esa navegación que se llama “Tanana”. Idea de Alberto Serrano director del Museo Martín Gusinde  de Puerto Williams, Isla Navarino, Chile.

En las fotos vemos que en la propia bahía de Ushuaia se salía a pescar con estas canoas de tronco y lo hacían los residentes de la “ciudad”. También vemos Canoas con VELA. Un tema algo peligroso porque todos saben que las canoas de tronco son bastante inestables y tienden a darse vuelta.

Si observamos las fotos llama la atención que estas canoas de tronco “yagán”  tienen la proa redondeada, no como las de Nahuel Huapi o las del pueblo Kaweskar (alacalufes).

Es bastante difícil o por no decir una ODISEA tratar de entender  a los “científicos” que presentan papers por todas partes donde asientan los des aciertos más grandes que uno pueda imaginar. Una es que los yaganes les enseño como construirlas a los kaweskar cuando ellos ya la usaban un par de siglos antes. Es lo clásico  que escriben al no saber navegar o comprender el tema es para armar un libro de des aciertos o estupideces y se dicen estudiosos (algunos son hasta antropólogos). La dicotomía que existe entre estudiar lo hallado en la tierra y lo marítimo (o ríos, lagos y canales) es abismal. No lo comprenden y en realidad está unido dado que todo pueblo necesito de ese medio sea para alimentarse, comunicarse o desplazarse.

Podemos ver una gran diferencia en construcción de canoas de tronco. El Jesuita Diego de Rosales en 1678 da esta descripción de fabricación para los chonos y luego los kaweskar: “Y antes que tuviesen instrumentos de ierro, y los que oy no los tienen en las provincias cercanas al Estrecho de Magallanes, hazenlas canoas con gran trabaxo y caban un arbol muy gruesso con fuego, y con unas conchas del mar le van raiendo, aplicando el fuego moderadamente al rededor del arbol, atendiendo a que no gaste sino aquella parte necesaria para derribarle, y con lentas llamas le trozan, sucediendo las conchas, que ni tienen

mas achas ni azuelas para descortezarle, pulirle y darle la perfeccion. Y con el mismo trabaxo y faltas de herramientas abren el buque, quemando a pausas el corazon del arbol y raspando con las conchas lo que labra el fuego; y aunque tarde y espaciosamente, vienen a sacar su embarcacion tan bien labrada como si tubieran los instrumentos necesarios; y hacen más que nuestros artífices, pues sin instrumentos obran a fuerza de industria y de paciencia lo que ellos con ayuda de azerados instrumentos. (Rosales 1877-78, Vol. I: 174). En pocas palabras mucha paciencia, fuego afuera y adentro para poder devastar la madera con conchas marinas a modo de azuela o formón.

Vemos la fecha 1678, imposible que los yaganes le hayan enseñado a ellos. Tampoco llegó este tipo de construcción al Beagle.

Por otra parte en toda América existían balsas, canoas de tronco y nadie va a poder descifrar como o quien las trajo. Aventuran que una de África llegó a la costa central de Brasil y luego se propagó por toda América del sur por los grandes ríos.

Pero en 1492 ya existían en el Caribe cuando llegó Colon. En el Estrecho de Magallanes también y están las crónicas de 1556. El europeo llegaba pero ya estaban.

CANOAS DE CORTEZA YAGAN

Este conjunto de fotos son de la Expedición Científica al Cabo de Hornos de la Fragata francesa La Romanche 1882-83. Ellos no encontraron canoas de tronco y de esta forma se puede decir que muchos antropólogos “especialistas” del tema escriben cosas insólitas (copiadas o inventadas) como ser que los misioneros anglicanos les dieron las herramientas para hacerlo y mejorar su vida. Bueno, es una falacia total dado que ni sabían cómo hacerlo. También escriben que fueron los cazadores de lobo y buscadores de oro que lo hicieron. ¿En qué se basan?  Solo imaginación o suposiciones.

Los pasos técnicos para realizarlo no es de un día al otro. Todo esto necesita una tradición. Pero lo interesante es que se puede afirmar que para navegar el Beagle hacia el Cabo de Hornos es más seguro una canoa de corteza.

Queda en claro que los misioneros no les enseñaron a hacer canoas de tronco como así también que hasta 1886 no existe una sola crónica de viajeros o navegantes de haber visto alguna. Muy diferente es la situación en el sur de Chile hasta el Estrecho de Magallanes donde si existió la canoa de tronco.

Es más al no tener elementos de material metálico lo hacían con fuego y mucha paciencia. Les llevaba meses confeccionar una de estas pesadas canoas.

Lo único que pude hallar sobre la canoa de tronco  entre los yaganes fue el caso de  Jimmy Button. Según lo escrito por Fitz Roy en 1833   observa cómo Jimmy Button construye una canoa monóxila, parecida a las que había visto en Río de Janeiro. En 1878, Thomas Bridges repara, por primera vez, en una de estas canoas (Vairo 1997).

Pero si fue adoptada y podemos ver muchos casos en fotos después de 1886. Pero no duró mucho el uso de esta canoa porque con los aserraderos que se instalaron pasaron rápidamente a la construcción de botes similares a los europeos. También el cambio de remos, toletes y algunos el uso de vela. Según lo expresado por Martín Gusinde en 1923. Se puede observar la destreza de estos carpinteros de ribera y excelentes navegantes con Martín Gonzalez Calderón (falleció en 2020). Hay documentales realizados  que lo muestran  como navegaba y construía su bote  “Tanana” (estar listo para zarpar en lengua yagan) con una gran idea de Alberto Serrano Dir. del  Museo Martín Gusinde de Puerto Williams, Isla Navarino, Chile.

Por otra parte tanto Cristina Calderón como Úrsula su hermana me comentaron que a sus padres al finalizar el verano cobraban parte de su sueldo en madera (tablas) sea para construir su casa en Puerto Williams o un bote etc. Nelly Calderón, la esposa de Federico Lawrence, era yagán. Cristina Calderón es la hija de un hermano de Nelly (Juan Calderón y el otro hermano Creed).  Así fue que colaboró con Martín Gusinde y pudo hacer tan hermoso trabajo sobre este pueblo y su cultura. También a esa altura ya se había perdido  el conocimiento de la canoa de corteza. Pedro el Indio, así le decían, le construyó una a Martin Gusinde. Hoy se encuentra en el Museo Historia de Santiago de Chile.

Pude encontrar varias postales con este yagán y su familia tomadas en Isla Navarino pero no se exacto el lugar. Son fotos de Kohlman. Hay una foto en este trabajo.

Es interesante  como los yaganes que tenían canoas de corteza como los kaweskar se mantuvieron con ellas al menos hasta 1884-88. Pero veamos qué pasó con los Kaweskar. En 1557 Juan de Ladrillero las describió por primera vez. Al pasar por  isla Campana, en Patagonia Occidental, «cosidas con junquillos de barba de ballena a las cuales fortalecen con barrotes delgados de varas de grosor de un dedo» y con forma «como luna de cuatro días, con unas puntas elevadas» (Ladrillero, 1879, p. 484), fueron registradas posteriormente por numerosos navegantes, exploradores y viajeros, sin experimentar cambios sustanciales durante al menos tres siglos (cf. Cooper, 1917, pp. 197-198). En el transcurso del siglo XVIII, a partir del contacto periódico con los chonos, otro grupo étnico de adaptación marítima distribuido entre la isla de Chiloé y la península de Taitao, y los españoles establecidos en la primera, los grupos kawésqar adoptaron la embarcación de tablas o tablones cosidos, sin descartar del todo la canoa de corteza. (Diego Carabias Amor). Además de la Dalca usaron también las canoas de tronco. Una gran diferencia con los yaganes. Nunca tuvieron dalcas y la canoa de tronco desde 1890 al 1915 más o menos. Luego botes de tablas como los europeos.

El estudio de los diferentes tipos de embarcaciones de tradición indígena de Patagonia Occidental y Tierra del Fuego –principalmente la canoa de corteza y la dalca–, su diseño y distribución espacial han sido objeto de intenso debate (cf. Cooper, 1917, pp. 201-204; Edwards, 1965, pp. 30-34; Medina, 1984, pp. 133-135). En contraposición, el estudio de las embarcaciones monóxilas que adoptaron estos grupos a fines del siglo XIX e inicios del siglo XX ha despertado escaso interés científico, en parte –probablemente– por relacionarse con un período de intensa transculturación y degradación que llevaría a una disminución extrema de la población y una pérdida irreparable de su lengua y cultura ancestral.

Conclusión: ¿Dónde apareció la canoa de corteza y la dalca? ¿Fueron  desarrollos propios o introducidos? Con la canoa monóxila ya vemos que en varios lugares fue introducida. Pero lo cierto es que cuando llegaron los europeos en 1557 los primeros relatos ya existían. ¿Su origen? No hay respuesta todavía.

CANOA DE TIMBO DE BERISSO

En la localidad de Berisso, cerca de La Plata, Pcia. de Buenos Aires, fueron halladas dos canoa monóxilas (tronco de árbol) y que fueron estudiadas por Graciela A. Brunazzo y Stella M. Rivera. Fueron halladas hacia 1940 y totalmente aisladas, es decir, sin contexto arqueológico. Una entera enterrada en el barro, encontrada por Reynaldo De Santis hacia 1940. Una (entera) fue hallada en la zona de Palo Blanco. La otra canoa fue ubicada en una quinta de Los Talas, donde los propietarios del predio la habían cortado en dos para hacer un puente. También se encuentra depositada en el subsuelo del Museo. Algo anormal fue que se hallaron  9 clavos de hierro de sección cuadrangular de origen Europeo.

En la zona a la llegada del europeo los pueblos de la región solían navegar en canoas de corteza descartables. Se sacaba la corteza del árbol y con ella se navegaba. Si era río abajo y cierta distancia quedaba abandonada en el lugar y el navegante regresaba a pie a su lugar de origen.

La segunda forma era ahuecando el tronco. La de Palo Blanco se nota que fue con herramientas de piedra.

En cuando a sus dimensiones, sin entrar en descripciones en términos náuticos, la canoa de Palo Blanco tiene una longitud máxima de 8,15 m, un ancho de 0.92 m  y una altura de 0,3 m, mientras la de Los Talas, 8,63 m, 0,94 m y 0,25 m respectivamente. Como podemos ver eran canoas de troncos grandes.

Se sacaron muestras y se estudiaron. El resultado dio madera “timbó”. En Uruguay también se encontraron canoas de est e árbol.

Llegan a tener 30 m de altura y 1,5m de diámetro. Tiene una amplia distribución: Paraguay, sur de Brasil, Bolivia, norte de Uruguay en Argentina: Jujuy, Salta, Catamarca, Tucumán, Santa Fe, Entre Rios, Corrientes Chaco, Misiones, Santiago del Estero y el limite más al sur es el Delta y la isla Martín García.

No se sabe a qué etnia pertenecieron pero el grado de conservación bastante aceptable puede ser al alto contenido de tanino de la madera.

Me llamó la atención donde fueron encontradas; es probable que los últimos que las usaron fueran españoles para usarla como bote de desembarque  dado la poca profundidad de la zona.

CANOAS MONOXILAS EN LA CUENCA DEL PLATA

Desde una perspectiva arqueológica-antropológica, se analiza en la cuenca del Río de la Plata, América del Sur, el uso del “timbó” (Enterolobium contortisiliquum (Vell.) Morong) para la construcción de canoas monoxilas. Se presenta información relativa a la ubicación de los hallazgos, uso y manufactura de estas embarcaciones.

Desarrollo

Las canoas monoxilas son embarcaciones confeccionadas mediante el proceso de ahuecamiento de un tronco. Han sido y son actualmente utilizadas por pobladores de África, Asia, Oceanía y América. Diversos árboles de angiospermas y coníferas fueron utilizados como materia prima para su construcción. Según Ibarra Grasso (1949), las canoas halladas en el río Tarim (Turquestán Chino), fueron confeccionadas con álamo. Para la costa del Pacífico noroccidental, Quircke (1952) menciona que los Haida utilizaron pino costero o ciprés de Nootka.

Viajeros y cronistas relataron su uso en la zona del Caribe, Jamaica y La Española. Para América del Sur y en particular, para el actual territorio de la República Argentina, la información etnobotánica documentada es escasa (Marquez Miranda 1928, Schmidl 1943; Fernández de Oviedo y Valdés 1851–1855).

En cuanto a la elección de los árboles, se menciona que el principal requisito consistía en disponer de un ejemplar con el tronco largo y recto. Las especies eran seleccionadas por sus características físico -mecánicas y según la cosmovisión del grupo humano. La construcción se realizaba mediante la técnica de ahuecamiento del fuste, trabajando el tronco con instrumentos de piedra y azuelas. En ocasiones, se recurría al uso del fuego. El agua calentada con piedras se utilizaba para ablandar el casco y lograr la forma final. En América, algunos pueblos agregaban elementos decorativos (Quircke 1952; Forde 1973). Muchos grupos practicaban rituales durante la construcción, ejecutando conjuros específicos para cada etapa. Para los pueblos ribereños, la canoa no era meramente algo material, era consideraba como “un nuevo ser que nace” (Malinowski 1970).

En la cuenca del Plata, se distinguen dos tipos de embarcaciones: las que mantienen el aspecto exterior del tronco y sólo presentan un trabajo de ahuecado interior, generalmente relacionadas con algunos hallazgos arqueológicos y etnográficos de Paraguay y Argentina (Grubb 1889, Metraux 1963) y las que demandan un trabajo preciso que incluye el tallado interior y exterior del tronco. Éstas aunque frecuentes en el sur de Brasil, también figuran en la documentación etnohistórica y etnográfica de Argentina y Paraguay (Lowie 1963 b; Roof 1942).

Respecto a las medidas, si bien presentaban un rango de variación importante, las canoas siempre se construían suficientemente angostas y largas como para transportar numerosas personas. En el siglo XVIII, los misioneros jesuitas Dobrizhoffer y Paucke diferenciaron dos tipos principales de canoas a partir del tamaño y forma del tronco: a) largas y estrechas, utilizadas para la carrera y la guerra; b) más lentas, cortas y anchas, empleadas para la pesca y el transporte (Cáceres Freyre 1983; Paucke 1942).

En América del Sur, en las cuencas de los ríos Amazonas y de la Plata, las canoas tuvieron amplia difusión. Roof (1942), sostiene que los pueblos de la costa este del Brasil, utilizaron canoas realizadas con la corteza de árboles tropicales y que fueron los pueblos del interior los que emplearon las canoas monoxilas y de mayor tamaño. Quircke (1952), describe dos tipos de canoas monoxilas en Brasil, sin especificar diferencias regionales: la canoa tipo “ duckbill uba”, con proa redondeada en forma de cuchara y popa sobreelevada recta, y la canoa tipo “U-bow-uba ” un simple tronco ahuecado, con los extremos levantados para impedir la entrada de agua. Las características de ambos tipos aseguraban la estabilidad y flotabilidad en aguas correntosas o rápidos. El ejemplar del Museo de La Plata, (legajo 3967, Brasil) pertenece al tipo “U-bow-uba”.

Para la construcción de canoas monoxilas en Brasil, Staden (1944) menciona la utilización del árbol “yga-ywero” y Nimuendaju (1924), menciona el uso de troncos de “Jutahy” (Hymenea sp). Con respecto a “yga-ywero” , podría tratarse del “ygary”, un árbol cuya madera es, aún hoy, utilizada por los guaraníes del Chaco paraguayo. El término “ygary” refiere a árboles de madera resistente y liviana, útil para la fabricación de canoas, entre las que se incluye el timbó. Etimlógicamente “yga-ywero” significa: para ser arrastrado “wero”, agua “y” (Arenas, 2009, com.pers.).

Susnik (1994), refiere que en Paraguay los guaraníes, para renovar sus canoas, iban a los bosques ribereños donde crecía el «timbó». Derribaban árboles o utilizaban leños caídos. En cuanto al método de construcción, cortaban longitudinalmente los troncos con cuñas de madera, calentaban al fuego la mitad seleccionada y finalmente la ahuecaban con cinceles de piedra o hueso. Terminada la obra, toda la comunidad arrastraba la canoa al río.

El presente trabajo, analiza y caracteriza los siguientes hallazgos arqueológicos de canoas monoxilas desde un punto de vista interdisciplinario.

1- canoa hallada en la costa del sur de Brasil, largo 4,10 m; ancho máximo 0,56 m y altura máxima 0,52 m. Tiene como característica particular, una oquedad en su interior, que probablemente sirvió para sostener una vela. La materia prima empleada para la construcción es “timbó” (Aldazabal y Castro 2000). Evidencia en proa y popa agregados tallados con instrumentos metálicos. Museo Naval de la Nación, Tigre (Legajo 00050), (Figura 1 A).

2 – restos de dos canoas, recuperadas en la costa del Río de la Plata, partido de Berisso, en Palo Blanco y Los Talas, respectivamente. De manufactura muy simple, construidas con timbó, 8 metros de largo, 0,95 de ancho y 0, 30 m de altura, externamente con las características del tronco, internamente desbastadas, con los extremos cortados verticalmente, una de ellas con clavos de sección cuadrada. Los clavos son evidencia de una cronología post hispánica. Según Brunazzo y Rivera (1997) provendrían del litoral y serían afines a las canoas más pequeñas empleadas por los Chaná-Mbeguá. Museo de Ciencias Naturales de La Plata (Legajos 3972, 3975), (Figura 1 B C).

3- canoa hallada en el arroyo La Glorieta, tributario del Paraná de Las Palmas, (Lothrop 1932), realizada con madera de timbó, 10,30 m de largo; 0,70 m de ancho y 0,55 m de altura. Museo de Ciencias Naturales de La Plata (Legajo 3976), (Figura 1D).

4- canoas encontradas en el delta del río de la Plata, confeccionadas con madera de timbó, una de ellas, de 4,5m de largo, depositada en el Museo del Colegio Nacional de Concepción, provincia de Entre Ríos y la otra en el Museo Naval de Montevideo, Uruguay.

5- dos canoas de timbó, recientemente halladas en la primera sección del delta, en los ríos Carapachay y Capitán, provincia de Buenos Aires

En base a los caracteres anatómicos de las muestras de madera de las canoas halladas se realizó la identificación taxonómica. Se constató en corte transversal, la presencia de anillos de crecimiento poco demarcados; porosidad difusa; poros bien visibles, vacíos, amplios, solitarios de sección oval a circular y agrupados en escasas series radiales cortas; fibras libriformes de sección poligonal a circular provistas de puntuaciones simples; parénquima axial paratraqueal vasicéntrico con tendencia a aliforme confluente y parénquima axial cristalífero. En corte longitudinal tangencial el sistema radial heterogéneo se observó compuesto por radios angostos uniseriados y parcialmente biseriados; elementos de vaso con trayecto rectilíneo a sinuoso; placa de perforación simple, horizontal a ligeramente inclinada; puntuaciones intervasculares areoladas, alternas con abertura interna elíptica inclusa. En corte longitudinal radial, los radios homocelulares, exhibieron células procumbentes (horizontales).

Las muestras analizadas resultaron afín a Enterolobium contorsisiliquum (Vell.) Moroni. Árbol robusto, de gran porte, fuste recto y tronco de más de 30 m de altura y 1,6m de diámetro. Su distribución geográfica comprende el sur de Brasil, Paraguay y norte argentino. En nuestro país crece en los ambientes selváticos del noroeste, en los bosques hidrófilos de la región mesopotámica y en los bosques ribereños. Se extiende por las provincias de Jujuy, Salta, Catamarca, Tucumán, Chaco, Santiago el Estero, Santa Fe, Misiones, Corrientes, Entre Ríos e isla Martín García. Se conoce vulgarmente como “timbó colorado”; “pará”; “oreja de negro”; “timbó cedro”; “timbó puitá” y “cambá – cambé” y “pacará” (Tortorelli 1956).

Desde el punto de vista arqueológico, los hallazgos de canoas monoxilas evidencian que para la época prehispánica, la región ribereña a los ríos Paraná, Uruguay y Paraguay, fue habitada por pueblos que utilizaban estas embarcaciones como principal medio de transporte y comunicación.

La documentación histórica destaca la importancia de este medio de transporte. Schmidl, cronista de la expedición de Mendoza, cita que los Timbúes poseían más de 400 canoas, tripuladas cada una por 16 hombres y Herrera (apud Lothrop 1932) señala que proveían de canoas a los españoles. Fernadez de Oviedo y Valdés (1851) describe un ataque en canoas, realizado por los indios del Carcarañá, a la fortaleza de Gaboto. Félix de Azara (1969) narra su viaje desde Buenos Aires en noviembre de 1781, y señala “fuimos por tierra a un riacho distante 18 millas que llaman las conchas y sirve de puerto ordinario a las balsas de los indios”. El integrante de la Comisión para la determinación de límites con Portugal, capitán Juan F. de Aguirre a mediados del siglo XVIII expresa “las canoas payaguas parecen agujas, en las grandes bogan hasta nueve indios…..largas, afiladas y bien labradas”. Son de madera de timbó y sus medidas 8,66m de largo, 2,41m de ancho y 0,57m de alto (Marquez Miranda 1931). También, la crónica de Cabral Camelo, relata el asalto en 1734, con una enorme flota de canoas payaguas en el río Paraguay (Carvalho 2005).

En cuanto a la morfología de las embarcaciones existe documentación gráfica y arqueológica que registra algunas diferencias:

 

  1. a) canoas “nariz de pala”, de dimensiones menores, más fáciles de impulsar, fueron utilizadas por los indios en los ríos de la Plata y Paraguay durante el siglo XVI (Fernández de Oviedo y Valdés 1851). Es interesante mencionar que una canoa de estas características, construida en madera de timbó, de 2,4 m. de largo, 63 cm de ancho y 40 cm de alto, fue hallada en los alrededores de Cayastá (Santa Fe). Actualmente depositada en el Museo histórico de esa ciudad;

  2. b) canoas dobles, con un palo y vela redonda citadas para la zona litoral de Argentina (Fernández de Oviedo y Valdés 1853; Paucke1942; Cattáneo 1866). Según el sacerdote jesuita Gumilla este tipo de canoas resistía mejor los golpes del oleaje y destaca que la vela es de uso posterior a la conquista (apud Ibarra Grasso 1949)

Avanzado el siglo XIX, el timbó es considerado el árbol por excelencia para la confección de canoas. Martín de Moussy, al describir las utilidades de los árboles del territorio argentino, señala: “se hacen canoas de una pieza”, destacando las cualidades de su madera poco compacta, que no se raja al trabajar, pudiendo tallarse en todos los sentidos y que no es atacada por insectos (Moussy 1860, t.1:416).

Es interesante mencionar que en el siglo XX, aun existen referencias sobre el uso del timbó para construir canoas. El cuento “Van Houten” relata “Ya ve que hice la canoa. Timbó estacionado, y puede cargar cien arrobas” (Quiroga 1981). Finalmente, en una entrevista periodística realizada a un habitante de Tupí, Esteros del Iberá (Corrientes), comenta “no pude sacar mi canoa de timbó que era de mi ‘echura’-(iberapatrimonio 2010).

Si bien la información arqueológica, histórica y los relatos etnográficos recopilados circunscriben el área de distribución geográfica de estas embarcaciones, facilitan la reconstrucción de su historial y valorizan el patrimonio cultural, resulta difícil asignar estas canoas a un grupo humano determinado. Las comunidades que vivían en las cercanías de los grandes ríos de la cuenca Paraná-Plata, de tradición tupi-guarani, y guaycuru (payaguas, chanás- mbeguá, timbues) fueron mayoritariamente pueblos navegantes.

Conclusiones

Las canoas halladas no se encontraban en asociación con otros restos arqueológicos que permitan asignarlas a un grupo humano en particular. Su uso como medio de transporte asociado a la movilidad genera que el lugar de hallazgo no siempre corresponda al de origen. La identificación de la madera contribuye a conocer la materia prima utilizada y estimar su probable origen geográfico y cultural.

El uso del árbol de Timbó no sólo se reduce a la madera. Los habitantes de esta zona utilizaban además, la raíz para la pesca. Machacada con agua dentro de la canoa, se formaba una pasta blanca y lechosa. Este veneno se volcaba en las aguas, produciendo que los peces suban a la superficie y así eran capturados (Grunberg 1995).

La información presentada ratifica la elección acertada de esta especie, con características físicas y mecánicas aptas para la construcción de embarcaciones. La información arqueológica e histórica, confirma el uso del timbó y la continuidad de las técnicas constructivas en la región de la cuenca del Plata.

Podemos plantear una tradición vinculada al conocimiento de las propiedades de la madera y al paisaje, con los ríos como elementos fundamentales para la articulación social. El desarrollo de embarcaciones “monóxilas” se interpreta como la manifestación de una tecnología especializada, acompañada del uso sostenible de la madera.